Los estudiantes de la USP precisan vencer!... a pesar de la LER-QI
Escrito por Ronald León
Martes 29 de Noviembre de 2011 23:11
Una polémica con la ultraizquierda stalinizada
En la brasileña Universidad de San Pablo (USP) estamos asistiendo a acontecimientos tan impactantes como repudiables, cuyas repercusiones no sólo trascendieron los límites de la universidad sino que adquirieron relevancia internacional.
Desde el mes de setiembre de este año, el rector de esa institución, João Grandino Rodas, firmó un convenio que establece la presencia permanente de la Policía Militar (PM) en el campus de la USP con el argumento de que esta medida garantizaría una “mayor seguridad” a la comunidad académica[1]. Esta iniciativa altamente reaccionaria, que viola de forma flagrante el principio de la autonomía universitaria, en poco más de dos meses comenzó a mostrar sus verdaderos fines, los cuales no tienen nada que ver con “proteger” a los estudiantes, profesores o trabajadores de la USP o algo similar, sino con reprimir e intimidar al movimiento estudiantil y sindical dentro de la institución.
Esto quedó patente, ante el asombro de muchos, cuando el pasado 8 de noviembre, en horas de la madrugada, unos 400 efectivos de la tropa de choque de la PM, apoyados en su operativo por la sección montada, vehículos blindados y helicópteros, invadió el predio de la USP para desalojar de forma violenta y brutal a un grupo de estudiantes que ocupaba la sede del rectorado desde hacía unos días. El saldo de esta acción de guerra contra el movimiento estudiantil y social fue de 73 compañeros y compañeras presos y procesados judicialmente. La PM actuó cumpliendo una orden judicial que, a su vez, fue impulsada por el propio rector Rodas.
Aquí no hay rayo en cielo sereno. Estos hechos vergonzosos son parte de todo un proceso consciente de militarización de la USP, que es encabezado por el mismo Rodas, un fiel servidor del gobernador del Estado de San Pablo, Geraldo Alckmin, del derechista PSDB. Este proyecto de militarizar la USP, instaurando un régimen “macarthista” en su seno, entendido esto último como una situación de persecución permanente, reaccionaria y paranoica de la izquierda o de cualquier tipo de oposición al orden establecido, responde a su vez a un proyecto más global que pasa por consumar la privatización-elitización de las universidades brasileñas colocándolas -aún más- al servicio de los intereses de las transnacionales y del mercado. Como condición para concretar esta estrategia, la burguesía brasileña y sus representantes políticos saben perfectamente que deben acabar con cualquier resistencia que pueda provenir del movimiento estudiantil o de los demás sectores del movimiento social. Descabezar y desmantelar nuestras organizaciones es, para ellos, tarea de primer orden. He ahí donde radica la importancia política, para ellos, de militarizar y liquidar la autonomía universitaria en la USP y en el resto de las universidades.
Frente a los peligros concretos de esta ofensiva, es que la lucha contra la militarización en la USP -cuyos objetivos, para el PSTU y la LIT, se concretan en las consignas de !Fuera PM! !Fuera Rodas! !Por el desprocesamiento inmediato de los 73 estudiantes que fueron presos! !Por un proyecto alternativo de seguridad para la comunidad académica de la USP!- es, en estos momentos, parte fundamental de la lucha más general por una educación pública, gratuita, autónoma y de calidad. Estamos delante de una lucha de vital importancia en defensa de libertades democráticas elementales, sin las cuales será imposible frenar el proceso de destrucción de la universidad pública, que se impulsa desde el gobierno central encabezado por la petista Dilma Rousseff.
En este sentido, León Trotsky decía que “la estrategia sin su correspondiente táctica será siempre una abstracción teórica inerte”[2]. Si convenimos en estos objetivos generales, se hace imperioso, para avanzar, sopesar las diferentes políticas, tácticas, métodos y propuestas de acción que las diferentes corrientes dentro del movimiento estudiantil han defendido hasta ahora. En este sentido, existe una polémica con las corrientes ultraizquierdistas que actúan en la USP y que ganó importancia con el desarrollo del conflicto.
Nos referimos, concretamente, a la llamada Liga Estrategia Revolucionaria (LER-QI), ligada al PTS argentino, que desde el inicio de la lucha defendió acciones que, al no corresponderse con la correlación de fuerzas entre el movimiento estudiantil y nuestros enemigos, no pasaron de ser meras aventuras irresponsables que colocaron en riesgo la lucha de los estudiantes. Para peor, todo esto lo impulsaron con métodos burocráticos y apelando a calumnias de la peor calaña stalinista contra el PSTU y otras corrientes con las que no concuerdan políticamente. El debate, por lo que está en juego, es ineludible. Para iniciarlo, corresponde ir primero a los hechos.
¿Cómo se dieron las cosas?
La crisis actual comenzó el 27 de octubre cuando, en el marco del reaccionario convenio Rodas-PM, la policía intentó apresar a tres estudiantes por supuesta posesión de marihuana. En ese momento, un sector de los estudiantes reaccionó y, protegiendo a sus compañeros de la arbitrariedad policial, logró expulsar a los uniformados del recinto. Esa fue una victoria importante del estudiantado, que abría una situación favorable para colocar con más fuerza el debate sobre la presencia policial en la USP, ampliando el espacio para organizar una fuerte campaña contra la misma. Sin embargo, sin mayor reflexión, la LER y otros sectores afines a su política y concepciones, arrebatadamente propusieron, de entrada, la ocupación de la sede administrativa de la FFLCH (Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas). Los militantes del PSTU, en ese momento, propusieron otro tipo de medidas como actos, marchas y debates en el marco de una campaña que apuntara a ganar a importantes sectores de la masa estudiantil para esta causa democrática. Sin embargo, esa asamblea resolvió ocupar y, a pesar de que el PSTU no creía que las condiciones estuvieran dadas para esa medida, acató la decisión de esa instancia y participó activamente de la ocupación.
Es un hecho que aquella ocupación de la FFLCH nació aislada y debilitada, tanto en la USP como a nivel de la opinión pública. Fue entonces cuando, en otra asamblea, realizada el 1 de noviembre, se discutió el tema democráticamente entre más de mil estudiantes y, por una mayoría de votos de 559 contra 458, se resolvió desocupar esa facultad. Después del horario máximo marcado por la asamblea y la declaración de su final, un grupo de estudiantes, encabezado por la LER, resolvió ocupar otro predio de la USP, esta vez el propio rectorado. Esa ocupación, decidida a espaldas de las instancias deliberativas y resolutivas legítimas de los estudiantes, no sólo permaneció aislada sino que dividió al movimiento estudiantil. El rectorado, de manera totalmente antidemocrática y autoritaria, convocó nuevamente a la PM dentro del campus para efectuar el desalojo violento de la ocupación, donde fueron apresados y procesados 73 estudiantes.
¿Democracia “para los que luchan” o democracia donde la base decide?
Sabemos que, en política, nada es azaroso. Todo tiene un porqué más o menos de fondo. Las cuestiones “tácticas” de una organización siempre están ligadas a su estrategia y concepciones generales.
Esta forma de actuar en los conflictos, es decir, esta política y metodología de la LER-PTS, tiene detrás toda una concepción teórico-ideológica que ellos dieron a llamar “democracia para los que luchan”. Este esquema plantea, básicamente, que las decisiones sobre los rumbos del movimiento deben ser tomadas sólo por los activistas que estén dispuestos a luchar o, utilizando las palabras de una curiosa “nota militar” de la LER, por aquellos cuyo centro es “el combate, la reflexión y la voluntad de actuar para vencer”[3], aquellos que tienen “moral para el combate”. De esta forma, las decisiones de lo que es mejor para una determinada lucha no corresponde a las masas, a la base del movimiento, sino sólo a aquellos que tengan la “obstinada voluntad de estar en la línea de frente de los combates”[4]
Estos fraseólogos ultraizquierdistas profesionales actúan con un criterio ya señalado por Trotsky: “Para el sectario, la vida social es una gran escuela y él su profesor”[5]. Por ser enemigos irreconciliables de la dialéctica (no en palabras, donde nadie les gana, sino en la acción), método que para Trotsky “siempre toma la experiencia como punto de partida para luego volver a ella”[6] , aplican un método formal e iluminista, nunca exento de arrogancia, típico de la intelectualidad pequeñoburguesa radicalizada.
Esta armazón teórica los lleva, por supuesto, a irrespetar burocráticamente las decisiones de las asambleas legítimamente constituidas dentro del movimiento de masas. Como la democracia es “para los que luchan” y no para las masas, nuestros brillantes estrategas sólo participan y acatan las decisiones asamblearias toda vez que éstas coincidan con su política y sus propuestas de acción. Fue así que, en la USP, al defender la importancia del comando de huelga que se conformó (lo cual es correcto), comenzaron a cuestionar la legitimidad del DCE[7] como entidad de masas, como instancia legítima de los estudiantes (un error grave, típico de todo ultraizquierdista o del anarquismo). Nosotros tenemos muchas críticas a la actual dirección del DCE de la USP, en manos de corrientes ligadas al PSOL, pero eso nunca nos puede llevar a cuestionar al DCE como entidad representativa de los estudiantes. Una cosa es cuestionar a la dirección política de un gremio, otra muy distinta es, por causa de su dirección, negar la legitimidad del gremio como tal. La LER expresa este error de concepción de forma clara en su citada “nota militar”: “Este organismo [el comando de huelga]...es el que permitirá, como una asamblea de las asambleas, su evolución democrática y radical [del movimiento]. Dos democracias comienzan a chocarse. La formal por fuera de la lucha de clases, la de las elecciones y de las entidades como el DCE, y la democracia de los que luchan, de la representación de los movilizados, de las asambleas, de las ocupaciones”[8]. Es decir, el DCE sería algo “por fuera de la lucha de clases” y en ese espacio se ejercería una “democracia formal”, cuando el comando de huelga, donde estarían sólo “los que luchan”, lejos de estar sometido a las decisiones de la asamblea general (donde la base estudiantil debe mandar) estaría por encima de ellas, al convertirse en una “asamblea de las asambleas”.
Esta lógica no responde a la principal necesidad del movimiento en este momento, que es construir una amplia unidad de todos los sectores, en el marco de una fuerte campaña democrática, contra el rectorado y la PM. Sólo con un movimiento fuerte y unificado será posible conquistar la victoria. La LER se niega a construir ese movimiento, así como se niega a reconocer las entidades históricas y legítimas del movimiento estudiantil. De este modo, no actúa en el sentido de esta gran tarea.
Estamos frente a otra concepción de movimiento y de democracia obrera. El objetivo dejó de ser hacer política para las masas, para centrarnos exclusivamente en aquella vanguardia más radicalizada. Coherentes con esta concepción, definen así sus objetivos: “Nuestra tarea es formar una corriente de millares en todo el país que sea la voz de aquellos que están fuera de la universidad. Que encare cada lucha suya como parte de la lucha general de los trabajadores y del pueblo contra la burguesía. Para esto es preciso ser los más consecuentes defensores e implantadores de la democracia de los que luchan, de esta nueva forma de construir una dirección del movimiento que comienza a ser realizada en la USP, el comando de delegados de asambleas de curso”[9]. Nosotros estamos completamente a favor de haber conformado un comando de huelga y nos jugamos con todo para fortalecerlo, pues es un espacio democrático y necesario para organizar y centralizar la lucha. Dicho esto, debemos ser categóricos en sostener que todo comando debe ser sometido a la base del gremio, no puede estar “por fuera” de las decisiones de los estudiantes pues, si fuese así, de democrática esta instancia pasaría a ser burocrática. Nunca un “comando”, del tipo que fuere y por más indispensable que sea para cualquier lucha, puede ser superior o suplantar a las asambleas de base. De esta “nueva forma de construir una dirección del movimiento”, altamente elitista, la única dirección que puede surgir es una que sea profundamente burocrática.
Tal es la concepción de la LER. Ellos sostienen que las asambleas son espacios de tipo “parlamentarios”, que sólo “sirven para presionar por negociaciones con el rectorado”. Por esto “el comando de huelga no puede ser meramente un organismo ejecutivo de las resoluciones de la asamblea general”. Si el comando de huelga no es una instancia que está subordinada y ejecuta las decisiones de la asamblea general de todos los estudiantes significa que, para la LER, este espacio está por encima de aquella máxima y soberana instancia. Para nuestros maestros de “democracia” gremial, el comando de huelga no sólo estaría por encima de las asambleas generales sino hasta de las propias asambleas de curso pues “los mandatos de los delegados no deben ser imperativos (cuando los delegados sólo pueden votar exactamente sobre lo que fue votado en su asamblea de curso) pues, si no (…) los delegados de un curso pueden expresar solamente las posiciones mayoritarias del mismo (...)”[10].
Nos preguntamos, si los delegados al comando de huelga no deben estar sometidos a mandatos imperativos de sus bases (asambleas de curso) y no deben estar obligados a defender las “posiciones mayoritarias” de esas asambleas, entonces, ¿A quiénes representan? ¿Serían delegados de quién? ¿Sus propuestas responderían a quién o a qué? ¿Esos delegados -quizá porque tienen una “moral” de combate más avanzada que los “atrasados” estudiantes que los eligieron en las asambleas de curso basados solamente en su “sentido común”- están por encima de todo y tienen carta blanca? La LER, que se ufana de democrática y acusa al PSTU de burocrático todo el tiempo, entra en una serie de contradicciones al defender las asambleas de curso (donde dicen que está la base, pero terminan defendiendo que los delegados no se sometan del todo a sus decisiones mayoritarias) en contra de las asambleas generales (donde también está la base) para acabar anulando el poder de ambas en favor de un comando de huelga que no esté sometido a la disciplina de ninguno de los dos niveles de asambleas. Se desnuda así, a pesar de sus palabras, la concepción sumamente burocrática que defiende la LER dentro del movimiento estudiantil y social.
Toda esta concepción burocrática se basa en la teoría de la “democracia de los que luchan”. Esta teoría, puesta en práctica resulta ser nefasta, suicida y criminal para las luchas en general, pues preparan, como en este caso, las derrotas más duras y desmoralizantes para el movimiento. Parte de una lógica que, en la práctica, busca sustituir la acción de las masas por las de una pequeña vanguardia dirigida por ellos, que se creen conocedores de todo lo humano y lo divino. Esta teoría, aunque no lo admitan, no tiene la menor confianza en el poder creador de las masas, pues las consideran muy atrasadas como para que puedan decidir sus destinos de forma soberana.
En el caso del conflicto en la USP, la LER sustenta su política enfocada en la vanguardia radicalizada con la siguiente apreciación de las masas: “... El PSTU se olvida de que, como enseñaba Clausewitz (…) la 'masa' (opinión pública incluida) debe ser vista como fuerza 'física' (fuerza numérica) pero principalmente como fuerza 'moral' (ánimo, disposición para luchar, coraje, cohesión como grupo o colectivo). La 'masa', después de tres décadas de neoliberalismo y derrotas, es cada vez mayor (fuerza numérica) pero cada vez menos cohesionada, corajuda y dispuesta a luchar, cada vez más individualista, conformista, pasiva y pacífica. O sea, contradictoriamente, la masa tiene más fuerza numérica pero menos fuerza de combate, pues su 'moral' es cada vez más la moral del enemigo (defensa del orden, de la policía, de la ley, de la paz social, del 'estado de cosas')”[11].
Está todo dicho. Como el “coraje” y la “moral” combatiente de las masas no satisfacen las exigencias del exquisito paladar político de la LER ¿Para qué perder tiempo haciendo política para ellas? ¿Para qué perder el tiempo intentando elevar su nivel de conciencia, aplicando el método del programa de transición trotskista? Es mejor -más fácil y más cómodo- hacer política para “una pequeña vanguardia estudiantil dotada de un sentimiento (moral) antipolicía” y volcarse “como vanguardia consciente, revolucionaria (…) a construir una fuerte vanguardia de jóvenes conscientes del papel de la policía y de la necesidad de combatirla y disolverla”[12].
La LER, como el resto de la ultraizquierda, encara sus acciones como si se tratara de un partido de ping-pong: de un lado Rodas-PM y del otro ellos y lo que ellos consideran que es la vanguardia más combativa y decidida; las masas (que tienen la “moral del enemigo”) quedan siempre en el medio, relegadas a ser simples espectadoras. Este desprecio hacia las masas y al principio mismo de la democracia obrera es típico de corrientes que caen en la desesperación pequeñoburguesa, que justifican con todo tipo de ideologías su cobardía para realizar un trabajo político en la base y su rechazo hacia aquello que enseñaba Lenin sobre “explicar pacientemente” nuestra política a las masas para elevar su conciencia y, en ese proceso, ganarla para las posiciones revolucionarias.
Lenin, Trotsky y…Von Clausewitz contra la LER
Los militantes de la LER, supuestos estrategas “militares” a los cuales es mejor perder que encontrar, recurren en auxilio de sus posiciones al conocido y genial general prusiano Claus Von Clausewitz. Este brillante teórico y práctico de la ciencia de la guerra es autor de la famosa máxima de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Sabia verdad. Otra gran verdad es lo que decía Trotsky, tomando esta definición de Clausewitz, sobre el ultraizquierdismo: “Su política en tiempos de guerra será la fatal consumación de su política en tiempos de paz”[13]. La política de la LER, como la de todo aquel que adolece de la enfermedad del ultraizquierdismo, se basa no sólo en el desprecio pequeñoburgués a las masas, sino en abstraerse completamente de la realidad objetiva y no tomar en cuenta el análisis riguroso de algo que en la ciencia militar y en el marxismo se llama correlación de fuerzas y que no sólo Clausewitz, sino Lenin y Trotsky, se desvelaban por hacerlo de una forma milimétrica antes de plantear una táctica o de emprender cualquier tipo de acción.
Decía Lenin que la “médula del marxismo y de la táctica marxista” reside en “tomar en consideración la correlación de fuerzas”. El máximo dirigente del octubre ruso insistía en que: “Nosotros, los marxistas, nos hemos enorgullecido siempre de saber determinar, teniendo en cuenta estrictamente las fuerzas de las masas y las relaciones entre las clases, la conveniencia de una u otra forma de lucha. Hemos dicho: la insurrección no es siempre oportuna; sin ciertas premisas concretas es una aventura. Hemos condenado muy a menudo, como inoportunas y nocivas desde el punto de vista de la revolución, las formas más heroicas de resistencia individual[14]. Para Lenin, plantear una forma de lucha sin tomar en cuenta las fuerzas de las que se dispone era simplemente criminal. En 1918, en su famosa polémica con los “comunistas de izquierda”, donde, por carecer de ejército, defendió a muerte firmar el tratado de paz “archi-desventajoso” de Brest-Litovsk, que pretendía imponer de forma humillante el Estado imperialista alemán antes que emprender una “guerra revolucionaria”, como proponían los ultraizquierdistas, escribió: “(...) es preciso (...) limitarnos a la propaganda, la agitación y la confraternización mientras no poseamos fuerzas para asestar un golpe duro, serio y decisivo en un patente conflicto militar o insurreccional (…) Es evidente para todos (salvo, quizá, para quienes están completamente embriagados por la frase) que aceptar un importante conflicto insurreccional o militar a sabiendas de que no se dispone de fuerzas, a sabiendas de que no se tiene ejército, es una aventura que, lejos de ayudar a los obreros alemanes, hace más difícil su lucha y facilita la tarea de su enemigo y el nuestro”[15]. Esta última parte es importante pues no faltan los que dicen que “hechos políticos” derivados de acciones radicalizadas en la USP pueden inflamar o despertar la lucha en otras universidades. Si la vida fuera tan fácil….
Y, a propósito de Von Clausewitz, veamos cómo Lenin interpretaba sus enseñanzas en momentos en que la correlación de fuerzas le era desfavorable: “Si las fuerzas son a ciencia cierta pocas, el principal medio de defensa es replegarse al interior del país (quien vea en esto una fórmula traída de los pelos para el caso presente, que lea lo que dice el viejo Clausewitz, uno de los grandes autores militares, acerca de las enseñanzas de la historia sobre el particular)”[16]. No siempre la táctica más apropiada para “vencer” es atacar. Por lo general, uno ataca una posición si tiene las condiciones para hacerlo.
Pero estas lecciones básicas no caben en los esquemas de la LER. Para ellos: “los marxistas, delante de los intereses antagónicos, la fuerza (combate, métodos radicales, guerra) será el elemento decisivo, por tanto los 'métodos' deben ser 'de guerra', proporcionales a los 'grandes objetivos e intereses' ”[17]. Es decir, siempre que existan “grandes intereses antagónicos” (en la lucha de clases siempre existe eso) o “grandes objetivos e intereses”, el “método” debe corresponderse no a las fuerzas de que disponemos sino a la magnitud de nuestros fines. Es buen momento para agradecer que estos generales no cuenten con ejército.
Es lamentable constatar, compartiendo con Lenin, que en la LER y en otros grupos afines a su política y sus métodos“no hay el menor indicio de que comprendan la importancia del problema de la correlación de fuerzas”[18]. Esto es imposible pues, como escribía Trotsky: “los escolásticos ultraizquierdistas no piensan en términos concretos sino en abstracciones vacías”[19].
¿A la ofensiva o a la defensiva?
Es preciso analizar, a la luz de estas definiciones y enseñanzas de nuestros maestros, qué política sostuvo y sostiene la LER ante el conflicto en la USP. Contrastar, como marxistas, sus propuestas de acción con la realidad objetiva que vive el movimiento estudiantil de la USP es fundamental para extraer las lecciones necesarias y poder continuar esta lucha tan importante.
Lo primero es saber que este conflicto se dio en un momento en que un amplio sector de los estudiantes no se posicionaba a favor de las pautas del movimiento estudiantil. La base de apoyo de esta lucha aún era bastante limitada y el rectorado contaba con el respaldo de la opinión pública dentro y fuera de la universidad. En este contexto político, la ocupación unilateral del rectorado, dividió el movimiento y acabó colocándolo aún más a la defensiva. En lugar de buscar otros medios para disputar la conciencia de los estudiantes y ganarlos para la lucha masiva y contundente contra Rodas-Alckmin-PM, la ultraizquierda tomó un camino que sólo aisló más la lucha, al alejar a muchos estudiantes de la ella. Según datos de Datafolha publicados el 13 de noviembre, 58% de los estudiantes aprueba la presencia de la PM en el campus y 57% tiene más confianza que miedo en ese cuerpo represivo. Por otro lado, 73% de los estudiantes estuvo en contra de aquella ocupación aventurera y 53% opina que los estudiantes que participaron deben ser castigados. Se evidencia así que el apoyo a la PM dentro del campus aún es amplio. Incluso entre aquellos que están en contra de la PM en la USP, un sector considerable estuvo en contra de la táctica de la ocupación. Realidad amarga, pero realidad al fin.
Pero, cuando hablamos de correlación de fuerzas no hablamos sólo de números. Las tendencias de opinión, es verdad, no pueden ser nuestro único criterio o parámetro y, es sabido, es muy improbable que en la masa estudiantil se logre una mayoría absoluta a favor de las banderas históricas del movimiento. Por eso, además de las tendencias de opinión, es preciso determinar quién está políticamente a la ofensiva y quién a la defensiva. Aquí cabe ser categórico y constatar que la ofensiva la tiene, hasta ahora, el rectorado y el gobierno estadual. En ese sentido, el rectorado, a pesar de los esfuerzos por resistir por parte del movimiento, con el apoyo irrestricto del gobierno estadual y federal ha conseguido implementar su proyecto, abriendo cursos pagos, profundizando la entrada de empresas privadas en la universidad, cometiendo actos de corrupción, abriendo procesos administrativos contra decenas de militantes estudiantiles y sindicales, etc. Esto ocurre, además, porque también está a la ofensiva y bien posicionado delante de la opinión pública, donde tiene respaldo para aplicar de manera categórica y brutal sus planes.
La tarea de la vanguardia estudiantil es, por lo tanto, luchar para revertir esa correlación de fuerzas -conquistando antes que nada un apoyo más amplio dentro y fuera de la universidad- y proteger al movimiento de las ofensivas políticas y represivas de Rodas-Alckmin-PM. En este entendimiento, era inaceptable colocar en riesgo al movimiento. Después del desalojo del rectorado, la LER intentó atenuar su responsabilidad política en ese hecho desastroso para el movimiento estudiantil diciendo que:“toda batalla trae peligros” y que “las conquistas también abren dificultades para el ejército victorioso”[20]. Estos delirios hasta podrían causar risa, si no estuviésemos con 73 procesados producto de esa “conquista” de su supuesto “ejército victorioso”.
Después de la represión, se dio un crecimiento en el movimiento estudiantil que se expresó en asambleas, actos y marchas con dos ó tres mil estudiantes y un escenario de menor aislamiento dentro y fuera de la USP. Este nuevo momento, que es muy progresivo, es posible porque, si bien 73% del estudiantado estuvo en contra de la ocupación, 46% de ellos también criticó la agresividad policial. Los “excesos” y la “brutalidad” de la PM (que, para ser sinceros, tuvo una reacción desproporcionada frente a una ocupación de menos de 100 estudiantes) posibilitaron que se sume un sector más numeroso de estudiantes y, en un movimiento de solidaridad bastante común en estos casos y por tratarse de estudiantes, se pronunciaron intelectuales, profesores, artistas y hasta algunos medios de prensa comenzaron a matizar sus posiciones ultrarreaccionarias. Pero seamos claros: lo que abrió un nuevo momento, que debemos aprovechar a fondo para fortalecer el movimiento de conjunto, no fue la ocupación burocrática de los “estudiantes combativos” -que casi nos liquida-, sino un error político del enemigo. Ahora bien, la discusión es si estos nuevos hechos y elementos configuraron un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas. Nosotros opinamos que no, opinamos que la lucha sigue siendo defensiva. La construcción de grandes asambleas y actos es una victoria de los estudiantes de la USP, que mostraron al rectorado y a la sociedad que pueden luchar unificadamente para defender a la educación pública y la autonomía universitaria; pero la correlación de fuerzas se mantiene. Tan defensiva es la lucha que, aunque no extraiga de ello esta conclusión, hasta la LER sostiene que la “prioridad” de la lucha es el fin de los procesos a los 73 ex presos políticos. El centro, ahora pasó, de ser el “!Fuera Rodas, Fuera PM!”, a ser la defensa de nuestros presos, es decir, el no avanzar “dejando atrás a los muertos y heridos” de nuestro ejército, como ellos mismos lo grafican en su “nota militar” ¿Qué más defensivo que eso?
La concepción de las “acciones ejemplares”
Queremos dejar claro que no concordamos con el razonamiento de que cuanto peor están las cosas, se dan mejores condiciones para luchar. No concordamos con la lógica de que realizando “acciones ejemplares” o generando “hechos políticos” en donde una elite iluminada, que todo lo sabe y todo lo puede, prodigue heroísmo, sacrificio e inusitada valentía, se despertará a las masas para la lucha.
Y el problema no es la osadía o la radicalidad de las acciones. Estamos completamente a favor de las acciones más radicalizadas de la juventud y del resto del movimiento de masas. El problema es cuando estas acciones radicalizadas se realizan a espaldas (o, lo que es peor, en contra) de las masas y no se colocan al servicio de fortalecer al movimiento social de conjunto. El problema es cuando la osadía, la temeridad y el coraje, que son indispensables en cualquier lucha, están al simple servicio de agradar a sectores ultraizquierdistas que, de esta forma, sacian sus necesidades de autoconvencerse de que son los únicos “revolucionarios”. Es ahí donde la ultraizquierda demuestra un individualismo extremo y cruza camino con el anarquismo, a quienes Lenin denominaba con toda razón “liberales con 40º de fiebre”.
La LER acusa al PSTU de haberse opuesto a las ocupaciones y a la declaración inmediata de huelga estudiantil (la cual una vez votada nos volcamos con todo a construirla y fortalecerla) porque tenemos una estrategia que busca “ligarse a sectores más amplios de los estudiantes, adaptándose al sentido común pro-seguridad elitista y privilegiando los espacios electorales (...)”[21]. En contraposición, nuestros estrategas infalibles dicen que, desde el principio, trabajaron “(...) creando una vanguardia por el FUERA PM que cuestionase el carácter elitista de la universidad y el papel que la policía cumple fuera de ella, privilegiando los métodos de la lucha de clases (ocupaciones y huelga estudiantil)”[22]. Dos cuestiones: la primera es que, es verdad, el PSTU buscó y sigue buscando llegar a sectores “más amplios” de los estudiantes, pero no para adaptarse a su nivel de conciencia o al “sentido común” de los mismos, sino para hacer exactamente lo contrario, para disputar su conciencia que hoy, verdad amarga y dolorosa de engullir, está mayoritariamente con la política de Rodas-Alckmin-PM-Prensa burguesa. En este marco, sostenemos, debemos acompañar la pelea político-ideológica dentro del estudiantado, con acciones que ayuden a elevar su nivel de conciencia, levantando el sistema de consignas correctas, en el momento correcto. En otras palabras, siguiendo la metodología del Programa de Transición. Hacer lo contrario, o sea, trabajar sólo con el programa máximo[23], es abrir un abismo entre las masas y la lucha misma, ni hablar de la vanguardia, que se quedaría hablando sola con la verdad en la mano. La segunda es que las “ocupaciones y la huelga estudiantil” no son los únicos “métodos de la lucha de clases”. Justamente porque estamos hablando de tácticas de lucha, existen otras mil variantes que se pueden utilizar si las condiciones para esas “ocupaciones y huelga estudiantil” no están dadas en ese momento. El problema es cuando no queremos ver la realidad (que casi nunca es la que uno quisiera que fuese) y, para mirarnos satisfechos en el espejo o dar vueltas sobre nuestro ombligo, comenzamos por el final. La otra cuestión es que la vanguardia no es algo que se “crea”; ella es un fenómeno que surge de los procesos de lucha reales, de los procesos objetivos y que refleja las características generales de los mismos.
Para la LER, el no estar a favor de los “métodos de la lucha de clases”, que para su parco esquema pasan sólo por las ocupaciones o acciones más radicalizadas, significa capitulación, traición, no ser “osado” y adaptarse a las presiones del “sentido común”. Para nosotros, la osadía no pasa por luchar aislado. Eso, en verdad, significa ser suicida. Haciendo eso seríamos, como decía Trotsky al referirse a Stalin, meros y eficaces “organizadores de derrotas” para nuestra clase. Para nosotros, la cuestión es la opuesta, el que en verdad capitula al “sentido común” de las masas es aquel que no tiene la osadía -!porque hay que ser osado y audaz para bajar a la base e intentar convencer a los estudiantes o a las masas de una determinada política!-, lidiando con las contradicciones y disputando la conciencia que, por acción de la ideología dominante, es generalmente atrasada y llena de prejuicios de todo tipo. En verdad y al final de cuentas, lo más fácil es cortarse solo sin dar esa pelea, sin hacer ese trabajo gris pero indispensable para el triunfo de cualquier lucha y, llegado el momento, de la propia revolución.
Nosotros defendemos el método de las ocupaciones y las huelgas como acciones legítimas del movimiento estudiantil y de cualquier otro sector del movimiento de masas. Estas son cuestiones tácticas, es decir, que dependen de las condiciones objetivas y subjetivas que tengamos para aplicarlas y, sobre todo, sostenerlas. Sin embargo, no por ser cuestiones “tácticas” son asuntos menores. En el movimiento obrero, que tiene poco que ver con las características del movimiento estudiantil, una huelga o toma mal medida cuesta el despido a cientos y hasta la cárcel a los dirigentes.
Pero no coloquemos el ejemplo del movimiento obrero, donde da escalofríos pensar lo que pueda llegar a hacer un grupo como la LER en posición de dirección, y volvamos al mundo del movimiento estudiantil. Por ejemplo, la ocupación aislada en la que se embarcó la LER y sus amigos no tiene nada que ver con el proceso de huelgas y ocupaciones de los rectorados de la USP, de la Unesp y la Unicamp durante el primer semestre de 2007, las cuales fueron acompañadas por una verdadera ola de ocupaciones y huelgas en todo el país. En ese proceso de lucha -contra el decreto del ex gobernador de San Pablo, el derechista José Serra, que creaba la Secretaría de Enseñanza Superior atentando contra la autonomía universitaria, desconociendo la investigación básica para favorecer a la “operacional”, y colocando en grave amenaza el financiamiento de las universidades brasileñas- envolvió, además de una vanguardia numerosa, a sectores importantes de la masa estudiantil. La fuerza del movimiento consiguió neutralizar la acción venenosa de la prensa y ganar el apoyo de importantes sectores de la sociedad. No fue por casualidad que ese movimiento fue victorioso y Serra no consiguió que la PM (como sí lo consiguieron Alckmin y Rodas ahora, gracias al aislamiento) entrara a reprimir esas ocupaciones, no porque le faltasen ganas sino porque -ellos sí consideran este tipo de cosas- no tenían una correlación de fuerzas favorable.
Es así que, más allá de cualquier fraseología altisonante y grandilocuente de la que tanto gustan los ultraizquierdistas, su política concreta, por más “radical” que suene o parezca, termina sirviendo a la burguesía y facilitando la vida, en este caso, a Rodas-Alckmin-PM. Ellos aprovecharon el aislamiento para reprimir violentamente y asentar un precedente nefasto en la historia del movimiento estudiantil.
Sin embargo, a pesar de los planes de Rodas-Alckmin-PM y de la política nefasta de la ultraizquierda, la lucha está en curso y nada está definido. Debemos seguir luchando con la misma fuerza y decisión de siempre. Es preciso aprovechar este nuevo momento, disputar y ganar políticamente a la vanguardia que se generó en esta lucha para nuestras consignas y dar una batalla clara y paciente entre las masas estudiantiles a favor de ellas. Es indispensable mantener nuestras posiciones si queremos pasar a la ofensiva. Debemos también atraer como aliados a los gremios de profesores, trabajadores y al resto del movimiento sindical y social brasileño e internacional. Debemos ser nosotros, ahora, quienes aislemos políticamente a Rodas-Alckmin-PM. Toda la política del PSTU va en este sentido, en el sentido de fortalecer la lucha y de rodearla de solidaridad en el movimiento obrero y social. En este sentido, podemos citar el caso de nuestra posición en el Sindicato de Metroviarios de San Pablo, donde el PSTU propuso tanto el apoyo político contra la presencia de la PM en la USP como el apoyo financiero para la liberación efectiva de los estudiantes presos. Hicimos esta defensa a sabiendas y a pesar de que existían sectores de la base en contra de esta acción de solidaridad, debido obviamente a la campaña demonizadora de la prensa burguesa, que en mucho se valió de las acciones aisladas promovidas por la ultraizquierda.
Debemos y podemos hacer todo esto para vencer; porque los estudiantes de la USP precisan y pueden vencer, a pesar de las fuerzas de la derecha reaccionaria dentro y fuera de la USP y de aquellos que adolecen la enfermedad del ultraizquierdismo.
Garantizar una victoria de los estudiantes de la USP es una necesidad de todo el movimiento que defiende la educación pública. El primer paso es conquistar el fin de los procesos de los 73 compañeros y compañeras que fueron apresados en la ocupación del rectorado. Esto sólo se dará con base en una amplia unidad democrática de todos los sectores del movimiento estudiantil, de los trabajadores y profesores de la universidad, que osen disputar amplios sectores dentro y fuera de la USP para emprender una gran campaña.
Una secta burocrática con moral stalinista
No obstante, lo que nos parece realmente grave e inaceptable no son nuestras diferencias políticas. Éstas, sin bien son de fondo e irreconciliables, pasan a segundo plano frente al método stalinista utilizado por la LER, en su afán desesperado por diferenciarse, de iniciar una campaña de calumnias en contra del PSTU, acusándolo de haber hecho un acuerdo con el rector Rodas para liquidar la primera ocupación de la FFLCH. En otra nota, firmada por Bruno Gilga, se afirma que el PSOL, cuando se dio el caso de los tres estudiantes que fueron defendidos por sus compañeros, “cumplió el 'papel de policía' en el movimiento, 'escoltando' a los estudiantes hasta el patrullero, contra los que queríamos expulsarla”. Enseguida envuelve al PSTU en esa acusación diciendo, refiriéndose al PSOL y a nuestro partido, que “estas direcciones se van reafirmando como una 'izquierda moderada'. No les bastó entregar a los estudiantes a la policía (...)”[24].
La acusaciones son gravísimas. Si fuesen verdaderas no estaríamos delante de “carneros” sino de colaboradores directos del rector y de la policía capitalista. Si la LER fuese consecuente, debería haber alertado al movimiento estudiantil, debería haber colocado esto como primer e ineludible punto de las asambleas que se vienen dando, debería presentar las pruebas (que para acusaciones de esta magnitud deben ser contundentes e irrefutables) y debería haber solicitado la inmediata y directa expulsión de nuestros compañeros y los del PSOL del gremio. La actitud de luchadores honestos y serios debió haber sido ésta, pues, ¿cómo es posible tan siquiera discutir con agentes de las fuerzas represivas, del rector; con traidores de la lucha?
Sin embargo, no hicieron nada de esto porque, simplemente, no tienen pruebas que sustenten estas acusaciones. Al hacer este tipo de acusaciones y amalgamas sin forma de demostrarlas de cara al movimiento estudiantil y a la izquierda brasileña y mundial, los miembros de la LER se transforman en vulgares calumniadores al más puro estilo stalinista. Pero hay más. En otra nota, criticando el supuesto relegamiento, por parte del PSTU de la defensa de los 73 presos de la USP, insinúan de forma calumniosa que eso se debería a que ellos fueron subproducto de una táctica (la ocupación del rectorado) con la que no concordamos !Se atreven a decir esto a pesar no sólo de nuestra posición incontestable de solidaridad con las y los compañeros sino después de que fue la propia CSP-CONLUTAS, donde el PSTU cumple un rol destacado, quien pagó las fianzas de los estudiantes detenidos!
La bajeza de estas calumnias, amalgamas e insinuaciones es escandalosa. Reafirmamos plenamente, en este sentido, la nota de la Juventud del PSTU respecto de estos métodos: “La LER abandona así las reglas más elementales de la izquierda y emprende una campaña vergonzosa, indigna, sucia y mezquina, con el único objetivo de combatir nuestras posiciones políticas. Es la moral del vale todo, que no tiene nada en común con los valores defendidos por la izquierda revolucionaria y socialista, a la cual la LER dice pertenecer”[25].
No obstante y aunque repugnante, esta actitud no nos sorprende viniendo de una secta burocrática que, con gritos belicosos y alaridos infantiles, termina siempre en posiciones oportunistas. Tal como escribiera Trotsky: “Para el sectario, todo aquél que trata de explicarle que la participación activa en el movimiento obrero exige el estudio permanente de la situación objetiva en lugar de los consejos altaneros pronunciados desde la tribuna profesoral sectaria, es un enemigo. En lugar de dedicarse a analizar la realidad, el sectario se dedica a las intrigas, rumores e histeria”[26].
Nuestra clase sabrá juzgar de forma implacable las posiciones políticas, los métodos y la moral de estos charlatanes con poses de revolucionarios.
[1] Sin embargo, según datos publicados por Datafolha, 57% de los estudiantes opina que, después de la presencia policía la sensación de inseguridad es la misma.
[2] León Trotsky: Prólogo a la edición polaca de El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, de Lenin, escrito en octubre de 1932.
[3] Ventura, Leandro : Gran acto y asamblea de los estudiantes de la USP: una nota “militar” sobre las conquistas y nuevas contradicciones en el movimiento, publicado en el sitio web de la LER-QI.
[4] Ídem.
[5] León Trotsky: Sectarismo, centrismo y la Cuarta Internacional, escrito en octubre de 1935.
[6] Ídem.
[7] DCE: Directorio Central de los Estudiantes, nombre dado a los gremios tradicionales del movimiento estudiantil brasileño.
[8] Ventura, Leandro: Gran acto y asamblea de los estudiantes de la USP: una nota “militar”....
[9] Ídem.
[10] Viskov, Natália: Transformar el comando de huelga con delegados mandatados y revocables en el organismo más democrático de dirección de la lucha. Publicado el sitio web de la LER-QI.
[11] Ventura, Leandro y Lisboa, Val: Las luchas, así como las guerras, son radicales cuando los objetivos son radicales. Publicado en el sitio web de la LER-QI.
[12] Ídem.
[13] León Trotsky: Aprendan a pensar: Una sugerencia amistosa a ciertos ultraizquierdistas, escrito en mayo de 1938.
[14] V. I. Lenin: Acerca de la frase revolucionaria, publicado en la compilación denominada La política exterior del Estado Soviético. Editorial Progreso, Moscú, 1979, p. 35.
[15] Ibídem, subrayado en el original
[16] V. I. Lenin: Acerca del infantilismo “izquierdista” y del espíritu pequeñoburgués, publicado en la compilación denominada La política exterior del Estado Soviético. Editorial Progreso, Moscú, 1979, p. 80. Lenin se refiere al capítulo XXV, El repliegue al interior del país de la sexta parte de la obra de Von Clausewitz De la Guerra, donde habla de los problemas de la defensa.
[17] Ventura: Las luchas, así como las guerras....
[18] V. I. Lenin: Acerca del infantilismo “izquierdista” y del espíritu pequeñoburgués...
[19] León Trotsky: Aprendan a pensar…
[20] Ventura, Leandro: Gran acto y asamblea de los estudiantes de la USP: una nota “militar”....
[21] ¡Fortalecer el comando de huelga para expulsar a la PM y revocar el convenio! ¡Luchemos por el desprocesamiento de los 73 presos de la USP! Publicado en el sitio web de la LER-QI.
[22] Ibídem
[23] Por ejemplo, la LER-QI se niega a levantar una salida alternativa al problema de la inseguridad en el campus de la USP, a pesar de que un 79% de los estudiantes haya declarado que tiene miedo de circular en el predio universitario por la noche. La consigna “Seguridad sí, PM no”, sería, por parte del PSTU, “ceder al sentido común” y “naturalizar” la presencia de la PM como un “mal necesario”. Sostienen esto a sabiendas de que nuestro proyecto de seguridad alternativo parte del Fuera PM.
[24] Bruno Gilga: Estudiantes organizan masiva lucha contra la policía, publicado en el sitio web de la Fracción Trotskista.
[25] Juventud del PSTU: Donde el ultraizquierdismo se encuentra con el stalinismo, publicado en el sitio web del PSTU.
[26] León Trotsky: Sectarismo….
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