Rebelión (aqui)
¿Puede ser peor -más desigual- la distribución del ingreso luego de 12 años de gobierno bolivariano? La proclama de la mejora en la distribución del ingreso, parece un correveidile tan frecuente en la actualidad que todos suelen aceptarlo a pie juntillas. Ese rumor estriba en creer que las medidas de redistribución del ingreso del gobierno venezolano, han logrado torcer ligeramente a favor de los más desfavorecidos (la clase obrera) la repartición del ingreso. Así, muchos analistas muy sueltos de lengua, dicen que las nacionalizaciones del Estado y las amenazas de expropiación del Presidente Chávez no sólo han aumentado los ingresos (reales, descontando la inflación) de la clase obrera, sino que ha abierto huecos en las bolsas de oro de los empresarios, para “dársela” a los trabajadores. Ese cuchicheo se ha erigido como verdad cuasi absoluta y se corresponde con las quejas que la aborrecible MUD (coordinación de partidos antichavistas) siempre repite: “los empresarios están a punto de caer en un coma monetario… ¡Ayúdenlos¡”.
Lo que presentaremos a continuación es un pequeño extracto de una investigación dedicada a conocer la situación de la Clase Obrera en Venezuela. Los resultados preliminares parecen derribar la fantasía de un Estado al estilo Robín Hood y se ciñen más bien, al lógico funcionamiento de cualquier Estado Capitalista que trabaja para hacer que el capital se acreciente (en manos de la burguesía) a costa de aumentos en la tasa de explotación de la clase obrera. Veamos.
¿Cómo se mide la distribución de la renta entre las clases sociales?
Aunque a los posmodernos neoliberales no les guste, la sociedad se divide en grandes grupos cuya determinación fundamental estriba en: (1) La posesión (o no) de los medios de producción, (2) la forma y cuantía de sus ingresos y (3) el papel de dirección o subordinación en la organización social del trabajo. Aunque el reformismo socialdemócrata lo niegue, la sociedad se compone fundamentalmente en 2 grandes clases sociales:
Trabajadores asalariados libres de medios de producción y liberados de relaciones de dependencia personal (obreros)
Burguesía -empresarios, capitalistas- que como clase social vive en pro de la extracción de plusvalía (explotación) a la clase obrera, en aras de reproducir la relación social general: el capital.
Repetimos, los obreros -Marx dixit, Tomo III de El Capital- son todos aquellos que desprovistos de medios de producción o medios de sustento, se ven obligados a vender en relaciones salariales su única mercancía: la fuerza de trabajo. Capitalista es todo aquel que siendo dueño de algún medio de producción, compra fuerza de trabajo para que bajo relaciones de explotación, extraer plusvalía (luego…ganancia) y convertirla en capital constante y variable al reinvertirla en la producción de otras mercancías o servicios.
Campesinos, artesanos y terratenientes son clases sociales cuyo peso en la sociedad es muy reducido, podemos afirmar como decía Otto Kuusinev hace ya 40 años, que son clases NO fundamentales (CNF). Incluso, la inmensa mayoría de los componentes de estas CNF (sobre todo la pequeña burguesía agraria) tiende a proletarizarse con mucha rapidez.
En la actualidad, los “latifundistas” mal vistos como un imaginario resabio de la feudalidad, son agrocapitalistas hechos y derechos, aún cuando como se vio en algunas haciendas del Zulia, sus peones sean azotados, pagados en especies, alojados en barracas y hasta haya acusaciones de insólitos derechos a pernada. Quienes ven una especie de “feudalidad latina” se dejan atrapar por las apariencias, las formas que reviste la explotación capitalista en un agro tan ineficiente como el venezolano. No vale la pena ahondar en la oprobiosa y anacrónica defensa de los representantes políticos de la burguesía venezolana (nucleados en la MUD) a los más atrasados y vulgares explotadores de fuerza de trabajo rural en el Zulia. Karl Marx decía que: “La clase capitalista de un país no puede engañarse a sí misma en bloque.” [i] A pesar de ello, la tozudez de la MUD ha logrado erigir una reaccionaria defensa “rural” a agroburgueses que sólo llevan a cuesta el peso de ser antiguallas improductivas. Marx nos comenta que: “La ley de la producción capitalista, […] es ésta: cambios constantes de los métodos de producción y aumento ilimitado de su volumen.” Estos agroempresarios tan laudados, tienen el mérito de producir a baja escala y con tecnología tan atrasada que las condiciones de trabajo del obrero rural semejan a las del siglo XIX, por ello parecen precapitalistas, pero no lo son.
¿Cómo se distribuye el ingreso entre estas dos clases fundamentales?
De varias formas distintas se puede calcular el Producto Interno Bruto (PIB), es decir, el total del valor agregado en la producción total a lo interno de un país (incluido lo producido por empresas venezolanas y extranjeras) en un período determinado. De las formas más conocidas, tenemos las vías de: la oferta, el gasto y el ingreso. Apoyándonos en la metodología basada en el cálculo del PIB por la vía del ingreso, podemos acotar que esta técnica se fundamenta en la suma de las remuneraciones que perciben todos los factores que contribuyen en el proceso productivo. Con estos cardinales pertrechos, podemos ver en el gráfico que continúa a éste párrafo, la línea negra que nos indica el Excedente de Explotación (EE), es decir, el total de ganancias declaradas por la burguesía en ese año. La línea roja nos muestra las Remuneraciones a Empleados y Obreros (REO), lo que viene a ser la sumatoria simple de todos los sueldos y salarios percibidos en la economía. La línea azul nos ilustra el diferencial absoluto (en cantidad de millares de BS.) que hay entre el EE y el REO.:
Entendida la estructura sencilla del gráfico, podemos ver que en el año de 1999 la repartición del ingreso beneficiaba muy ligeramente al conjunto de asalariados. Pero en estos 12 años de gobierno bolivariano, esa situación se ha revertido completamente. Ahora los empresarios apropian un porcentaje mucho mayor que antes y los asalariados se ven recompensados por su trabajo, con una porción mucho más reducida del ingreso, es decir, ha aumentado la explotación y la pobreza relativa. En 1999 la burguesía apropió (en forma de utilidades) el 49% del ingreso total, pero en 2010 la burguesía captó la bicoca de 63%, dejando a los asalariados el desdichado porcentaje de 37%, que palidece al compararlo con el 51% de los ingresos que otrora aprisionaba.
¿Más? La enorme regresión en la repartición del ingreso, es decir, que los que más tienen, ahora reciben más y los que menos tienen, en estos momentos reciben menos; es mucho más grave de lo que denota la gráfica. ¿Por qué? Fácil, cuando se habla el total de salarios (REO) declarados en la economía, también se incluye el “sueldo” de los patronos (400 mil, según el INE) que frecuentemente se asignan a sí mismos, salarios por administrar la empresa. Por tanto, habría que (próximamente lo haremos) elaborar un cálculo que pueda extraer promedial y aproximadamente las remuneraciones salariales que los dueños de empresa se endilgan. Al hacerlo la distribución va a ser notablemente más regresiva.
Amargo pero verídico, 400 mil patronos se llevan en Venezuela el 63% del ingreso total que produce una Fuerza de Trabajo activa que consta de 14 millones de trabajadores asalariados (entre informales y formales). Pero como dijimos anteriormente, nuestra distribución es realmente mucho más desigual. Obviamente, hay que hacer la salvedad, que buena parte de esa ganancia es reinvertida por la burguesía para valorizar el capital a una escala superior (comprar más máquinas, materia prima y fuerza de trabajo) sin embargo eso no puede maquillar la grave reversión en la distribución.
¿Qué significado práctico tiene este aumento de la pobreza relativa y en la explotación?
El gráfico anterior echa por tierra la ridícula fantasía de que en el capitalismo es posible mejorar la distribución del ingreso con meras reformas. Se prueba que la pobreza relativa (relación: ingreso/distribución) puede empeorar aún cuando el PIB crezca, el salario real aumente y la economía se muestre “boyante”. Es un hecho irrefutable, que la burguesía ha disfrutado de ganancias extraordinarias y en franco aumento, en este período estudiado. Esta más que visto que la administración popular y patriótica del capitalismo criollo, no tiene posibilidades de mejorar sustancialmente el nivel de vida de la clase obrera.
Las medidas asistencialistas y de carácter “popular” que parecen tener efectos redistributivos positivos, al desviar renta petrolera hacia los bolsillos de los venezolanos de menores ingresos mediante ayudas, subsidios o transferencias directas (becas), terminan en las arcas de la burguesía y acentúan la desigualdad. Por ejemplo, los afamados aguinaldos son una forma de transferir socialmente la renta petrolera a la burguesía local importadora. ¿Cómo? Al cobrar los meses de gratificación, los trabajadores salen directos a comprar mercancías de consumo expedito. La inflación no los deja ahorrar, el gobierno limita con mil trabas los dólares para viajar e invertir y las casas y bienes inmuebles son inaccesibles. Por ello, al recibir las utilidades, el centro comercial SAMBIL (templo de la parásita burguesía importadora) se atesta, la gente se arremolina comprando a 200 Bs., camisas que en AMAZON (EEUU) cuestan 9 dólares. A final de mes el obrero queda peor (salvo por las franelas de 9 dólares en su closet) porque la presión adicional en la demanda agregada proyecta la inflación, mientras la burguesía local acumula más capital-dinero y esfuma el inventario que en otros países deben rematar en enero.
El coeficiente de Gini el indicador estrella de la economía ortodoxa y su mejora en el país
Aunque muchos hablan del Gini, pocos conocen las aristas principales de un indicador que a algunos se les manifiesta críptico. El ideólogo y estadístico italiano Corrado Gini (1884-1965), autor de Las bases científicas del fascismo (1927), fue quien desarrolló en 1912 un método para medir la desigualdad en la distribución del ingreso en su obra Variabilità e mutabilità. En ella introdujo el valor “0” para expresar la igualdad total y el valor de “1” para la máxima desigualdad. El Coeficiente de Gini se fundamenta en la Curva de Lorenz, que es una representación gráfica de una función de distribución acumulada, y se define matemáticamente como la proporción acumulada de los ingresos totales, que obtienen las proporciones acumuladas de la población. En la igualdad perfecta de los ingresos: todos los ventiles reciben las mismas porciones renta (el 20% de la población recibe el 20% de los ingresos). [i]
Según el Informe de Desarrollo Humano del año 2009 [ii] , el Coeficiente de Gini de Brasil 0,571; Chile 0,557; México 0,546; Argentina 0,542 son considerados muy altos, es decir países cuya desigualdad del ingreso es muy notoria. Venezuela 0,43; China 0,447, Estados Unidos 0,445 son considerados como países de alta desigualdad; mientras que Suecia 0,25 y Japón 0,249 son dos ejemplos de distribución del ingreso con desigualdad moderada. Pareciera que tener un Gini bajo, es sinónimo de bienestar económico, más no es así.
Nos comenta Martin Varsavsky que en las estadísticas mundiales del coeficiente Gini se ve que hay países que son muy pobres pero tienen su pobreza “muy bien distribuida”. Nos cuenta Martín, que Bosnia es un buen ejemplo de este fenómeno. Bosnia tiene un ingreso de 2500 USA $ anuales, lo que lo hace el país 101 más pobre del mundo, pero este bajísimo ingreso está “muy bien distribuido” (Bosnia es país líder en equidad). Lo cual echa por tierra esa fantasiosa correlación entre un Gini bajo y el bienestar económico. El Inefable y controvertido Jorge Jacobs comenta que en 1980, había más de 600 millones de chinos que vivían con menos de 1 USA $ diario, pero para el 2005, la cifra bajó a sólo cien millones. Durante el mismo período, el índice Gini pasó de 0,29 a 0,47. Por tanto, un Gini bajo no indica tampoco mayor o menor riqueza material entre la población. Esta particularidad, lleva al citado Jorge a esgrimir un delirio como este: “mientras mejor es el nivel de vida de todos, más “desigualdad” habrá. (…) ¿Por qué la envidia, por qué el resentimiento? [iii] jajajaja
Otros de los asuntos más interesantes del Gini, es que no refleja la distribución del ingreso entre clases sociales, sólo se limita a estratos, lo cual confunde lo que se trata de dilucidar. En los últimos 12 años el coeficiente de Gini ha venido descendiendo en Venezuela de manera interesante. El descenso de 0,05, no es despreciable, sin embargo se aleja mucho de los índices de desigualdad de otros países capitalistas.
Repartición del ingreso por hogares
Gracias a la Encuesta Nacional de Presupuesto Familiar (ENPF) y a otras herramientas que el Instituto Nacional de Estadística (INE) coloca como información, podemos averiguar a grandes rasgos, cómo es la distribución del ingreso en los más de 6 millones de hogares en Venezuela.
La última ENPF fue hecha en 2005 [iv] , pero posee una “especie” de actualización con data del año 2009, disponible en un recóndito apartado de la página web del INE. Dicha actualización parcial de la data muestra una cierta mejoría en la distribución del ingreso, que la distribución del PIB entre asalariados y patrones, parece desmentir.
La ilustración de la distribución por los gruesos deciles y quintiles
Es menester para el análisis económico separar a los hogares del país, por la cuantía de sus ingresos. Así, el INE fragmenta en deciles (porciones de 10% del total de los hogares) y en quintiles (porciones que separan en lotes de 20% a la totalidad de los hogares) a los hogares del país. De esa forma tenemos en el extremo superior al decil número 1, en el que se ubican el 10% de los hogares que reciben mayor ingreso. En el extremo inferior, hayamos al decil número 10, en el que se ubica el 10% de hogares que devengan menos ingresos. Si hablamos de quintiles, el criterio es exactamente el mismo, sólo que en este caso se referiría a bloques de 20% de los hogares o la sumatoria de dos deciles.
¿Qué nos indican los datos que el gráfico a continuación recoge?
El gráfico que procede a éste párrafo nos muestra la distribución del ingreso total, en los hogares organizados en quintiles. La data va desde 1997 hasta 2009 e ilustra en 5 colores los quintiles que resultaron del trabajo estadístico del INE. La franja superior (en naranja) es el quintil número 1, es decir el 20% de hogares con mayor ingreso en el país, y la diminuta franja roja oscura representa el ingreso que devenga el 20% de hogares más pobres.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en ENPF.
Ahora, resumiendo tenemos que:
El 20% de los hogares con mayores ingresos económicos, devenga el 45,56% del ingreso total.
El 40% de los hogares con mayores ingresos económicos, devenga el 75,5% del ingreso total.
El 20% los hogares más pobres sólo apropia el 6,1% del ingreso.
El 40% de los hogares más pobres apropia el 15,1% del ingreso.
Así las cosas, vemos la gran desigualdad en la distribución del ingreso en Venezuela. Todo esto, sin asumir que las estadísticas de la distribución están subestimadas, debido a múltiples factores, como los relacionados al esfuerzo denodado que hace la burguesía por declarar mucho menos de lo que le ingresa, en aras de evitar ser pechada con mayores impuestos.
Si bien ha habido una leve mejoría en estos indicadores si los comparamos con el año 2005, los avances en éste ámbito son verdaderamente escuálidos y evidencian que el planteamiento popular bolivariano de repartir la renta petrolera, manteniendo las relaciones sociales de explotación burguesa, es incapaz de revertir la tristemente inequitativa distribución del ingreso, perfectamente normal en el devenir funcional del modo de producción capitalista en el cual estamos inmersos. Por ello, comentar tan siquiera igualdad y capitalismo en una misma frase, es un oxímoron que los trabajadores de la ciencia obrera, no deben permitirse. Hablar de la reaccionaria y mísera propuesta cuasi conjunta de “igualdad social” que ofrecen los candidatos de la oprobiosa MUD (bloque derechista neoliberal) sería explayarse estérilmente en una fantasía electoral que plantean los “nuevos” representantes de los partidos políticos que administraron el hundimiento de un país con potencialidades económicas importantes. Como dice la antropóloga Luciana: “Ni hablar del peluquín” [i] .
Por más que charlatanes del reformismo populista insistan en que se puede transformar la realidad socioeconómica prescindiendo de la revolución socialista (la destrucción del poder económico de la burguesía), la realidad y su representación estadística, versan la imposibilidad de satisfacer las necesidades de la clase obrera dentro del capitalismo. Sólo la construcción de la sociedad socialista, previa profunda y real revolución social que en Venezuela aún no se ha dado, puede detener esta infamante desigualdad. Seguir disfrazando ilusiones con ideología huera e infecunda, es seguir perfumando la m… y facilitar una derrota política a la clase obrera que traerá más desánimo y miseria. Se necesita toda la valentía del mítico Héctor, para aplastar la enorme cobardía adulante de los Paris modernos.
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